Jerónima Galés seria desde el 1556 la heredera de un taller dotado de prensas y matrices codiciado por toda Valencia, con una subvención anual de los Jurados de dicha ciudad para ayuda de costa, ratificada y puesta a su nombre mientras el taller permaneciera establecido en la ciudad. Era la jefa de una familia muy joven, formada por cuatro mujeres, un hombre y un niño de pocos años.
La administración del taller a nombre propio hizo de la viuda Jerónima Galés una figura considerada entre los artesanos valencianos y no se verá abocada a vender sus utensilios tipográficos, ni su tienda.
Fue una mujer que tuvo que mostrar un carácter lúcido y carismático, con la preparación profesional y cultural necesarias para cuidar el patrimonio familiar, los cinco hijos pupilos -cuatro chicas y un chico- y seguramente de un bebé, al tiempo que atendía tanto la administración cotidiana del taller de imprenta, como el mantenimiento intelectual de un programa editorial.
Nada parece terminar con la muerte del maestro fundador de la casa Mey, es decir, no se produjo un corte en la imprenta familiar. Las prensas continuaron, sin pausa, imprimiendo en el taller Mey, preservándose el buen oficio tipográfico y al año de la muerte de Juan Mey, además de una nueva compilación de los Furs, salió del taller tipográfico de la familia la obra más espléndida del siglo XVI, la Chrònica o commentari del gloriosíssim e invictíssim rey en Iacme.
El día 14 de enero de 1556, los Jurados de Valencia hicieron efectiva la transmisión patrimonial del taller tipográfico de la familia Mey que, por herencia instituida en el testamento de Juan Mey, pertenecía ahora a Jerónima Galés. El Consejo registró una provisión donde quedaba obligado con la nueva cabeza del taller, sin especificar otras garantías adicionales ni modificar lo que se había dispuesto hacía tiempo con el impresor difunto. Se inauguraba así oficialmente la regencia del taller en nombre de «na Jerònima Mey».
No sabemos a qué presiones económicas y sociales se vio sometida, conviene no olvidar los afanes de otros impresores o libreros para ocupar una posición tan ventajosa como la de los Mey. Tampoco sabemos si fueron éstas, y no otras razones personales y sentimentales, las que llevaron Jerónima Galés a casarse de nuevo. En todo caso, eligió a un colega de su mismo segmento socioeconómico para mantener mejor el taller de impresión de libros, es decir, para continuar el oficio que había aprendido y que estaba enseñando a sus hijos. No se trasladó de ciudad, ni mudó de casa o de ubicación el taller con el nuevo matrimonio. La trayectoria vital y profesional de la familia Mey, continuó, pues, vinculada esencialmente a la vida de sus componentes iniciales: Jerónima Galés (cabeza de familia), Felipe Mey (aprendiz del oficio de impresor), las cuatro hijas (que casarán con artesanos, ciudadanos y libreros) y el más pequeño, Pedro Patricio Mey, que también aprendió el arte de estampar libros y que fue, finalmente, quien dirigió la imprenta al morir la madre. El taller valenciano de los Mey pudo llegar así a los cerca de cien años de vida activa.
Tratado llamado Camino de perfeccióm que escrivió para sus monjas la madre Teresa de Jesús, fundadora de los monasterios de Carmelitas descalças. Con licencia y privilegio. En Valencia. En casa de la viuda de Pedro de Huete, a la plaça de Yerba. Año 1587. Acosta de Balthasar Simón, mercader de libros junto al Estudio General.
Biblioteca Valenciana, XVI/192.
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